
Alicante 31 de agosto de 1837, Barcelona 12 enero 1907.
Piloto de la marina mercante, naviero y pintor marinista, no necesariamente en este orden aunque todo suma y conduce a la misma meta, de muy joven se echó a la mar, la aventura duró hasta contraer matrimonio con Ana Romero Martínez en 1863, nueve años después se trasladaron a vivir a Barcelona donde Pineda desarrolló casi la totalidad de su obra pictórica.
Se sabe que de su estudio salieron más de 3000 obras, una cifra que da idea de la magnitud de su producción. Su pasión por la mar y sus conocimientos de experto marino fueron un plus como pintor. Pintó, casi siempre a la acuarela, a los más célebres veleros y vapores del siglo XIX, sus marinas se distinguen por la exactitud de las líneas del barco retratado y el modo de pintar el mar a base de un azul profundo con largas olas. La precisión del dibujo, la calidad de los azules y la meticulosidad de las arboladuras, son la seña particular de la obra de Pineda. En algunas de sus obras pueden verse tres gaviotas revoloteando por el velero, como signo inequívoco de libertad y también de sello personal.
Como naviero tuvo en propiedad de tres buques, la polacra Ana y Gertrudis para la navegación de altura, y dos de cabotaje, la polacra goleta Unión y el bergantín goleta Pepita Pineda, los retratos de estas dos naves pueden admirarse en el Museo Naval de Madrid, concretamente en la sala “Almirante Julio Guillén Tato”. Cámara del Comandante, dedicada a D. Julio Guillén, director del Museo entre 1933 y 1972.
En lo personal, fue un hombre muy familiar, simpático y campechano. De él y de los viejos veleros de la marina romántica dijo José María Martínez-Hidalgo y Terán* que ‘después de su muerte en 1907, cantaron los cisnes del mar, los veleros solo tendrían un efímero renacer con motivo de la guerra del catorce. Desaparecía entonces de los mares la estampa maravillosa de los veleros de cruz, los puertos se empenachaban con el humo de las altas chimeneas por donde respiran los cientos de caballos contenidos en las cárceles de acero de las calderas. ¡Adiós a todo ello sobre las rompientes de las olas y al resguardo de los muelles!… Mas consolémonos, en las salas del Museo Marítimo su recuerdo se mantendrá siempre vivo por las acuarelas de Pineda, testimonios fieles de la época de los últimos veleros, época de contrastes dulces y violentos, aureolada con el armonioso encanto de la belleza y la emoción’.
Gran cantidad de pinturas, donadas a su muerte por sus descendientes, pueden contemplarse hoy en el Museo Marítimo de Barcelona, donde tiene toda una sala dedicada a su obra.
* Marino mercante. Oficial de la Armada. Director del MMB Museo Marítimo de Barcelona de 1958 a 1983